La Virgen del Rosario recibe la medalla de oro de la Unión de Hermandades y Cofradías de nuestra Ciudad.

08.10.2011 16:51

 

Durante la Eucaristía celebrada a las 12.00 horas del viernes 7 en la parroquia de Los Dolores, la Unión de Hermandades y Cofradías de nuestra ciudad otorgó la medalla de oro de dicho estamento, siendo impuesta por su Presidenta, Pepa Mari Serrano, al término de la celebración Eucarística. Un rotundo aplauso del pueblo isleño que abarrotaba el templo, recorrió las naves del mismo.
Previamente Pepa Mari, dio lectura al acta de la propia Unión de Hermandades, donde se recogía el sentir de todas las hermandades isleñas, de imponer su medalla a la que es considerada y venerada como Patrona de Isla Cristina y presidenta de dicho Consejo.
Dentro de la Misa ofrecida en honor de Nuestra Señora del Rosario, presidida por el nuevo párroco solidario, Juan Manuel Lagares, el uso de la palabra en la lectura y homilía de la misma, estuvo a cargo de Carlos Javier Rodríguez, quien nos sorprendió muy gratamente al realizar una sorprendente oración a la patrona de los isleños, dentro de un concepto absolutamente teológico y mariano.
Carlos Javier se dirigió a la Virgen para decirle que :”los que creemos en tu Hijo Jesucristo, nos reunimos en torno a ti en oración, porque siempre que acudimos a tu llamada, con quien nos reunimos  verdaderamente es con tu Hijo Jesucristo; y venimos a saludar y a bendecir a Dios, por las maravillas que ha hecho en ti”.   “A lo largo del año te pedimos por muchas cosas, hoy solo te pedimos una, que tú nos acerques a tu Hijo Jesucristo, porque necesitamos de Él”.
La Santa Misa continuó para recibir en el ofertorio una ofrenda de cada hermandad, presentada por cada hermano mayor; lo que sumó más devoción. 
Devoción que fue aumentada por los bellos cantos que la Coral Polifónica “Padre Mirabent” fue desgranando desde lo alto del coro y que fue fundamental en los diversos momentos de la Eucaristía, finalizando con el canto de la Salve a la Virgen.
Las autoridades civiles y militares asistieron en representación del pueblo, como así  mismo lo hizo cada hermandad de gloria y penitencia. El resto fue el pueblo isleño. Ese pueblo que más se divierte, pero que no pierde nunca el santo y seña de su fe. Ese pueblo al que Carlos Javier en su homilía tuvo especialmente presente.
Luego, a las 8 de la tarde, en medio de un gentío, de un pueblo que se  ciñe junto a su Patrona, volvió expectante a ofrecerle su presencia y sus oraciones. El recorrido estuvo, igualmente, engalanado con sus devotos, que la siguieron hasta el momento de su entrada, donde las peinetas recortaban con el bordado de su mantilla, la silueta de la Virgen del Rosario atravesando el dintel del templo, en una imagen, que cada año se repite, en la hermosa Gran Vía de nuestra ciudad. Las carencias, evidentes del templo, dejan al descubierto sus deterioros; a los que habrá que esperar mejores tiempos para su reparación.