La espectacular salida del Cautivo y la Paz, la frustra la lluvia
La Plazoleta de San Francisco, un año más, se convirtió en un océano humano donde no cabía un alfiler. Es evidente el tirón de las imágenes titulares, que arrastran un sinfín de personas para no perderse esa salida de su casa de Hermandad. Y así sucedió en la tarde del Jueves Santo. Era evidente el fervor, contenido con un silencio profundo, para ver cómo aparecerían tanto Nuestro Padre Jesús Cautivo como nuestra Señora de la Paz, cuando dadas las siete de la tarde, y con el sonido ensordecedor de la Banda de cornetas y tambores de Villablanca, las puertas abiertas de la casa de Hermandad, daban paso a Nuestro Padre Jesús Cautivo. Palmas para los costaleros y para la banda de música.
Con el Señor en la calle, pisando ya los adoquines de la plazoleta, el murmullo se convirtió en aplausos, mientras una saeta cortaba el aire, pidiendo soltaran las manos de Padre Jesús Cautivo. Su paso, al son de la música, fue girando para seguir en búsqueda de la calle Diego Pérez Pascual. La Virgen hizo su aparición bajo su palio, y de nuevo sonaron los aplausos, mientras la banda que la seguía lanzaba sus sones al aire y a los corazones de quienes estaban expectantes por ver a la Señora de Paz; mientras su capataz rogaba por la paz del mundo y porque mejorara la situación de nuestro país. Y nuevamente el saetero lanzaba su saeta para dar consuelo a la Virgen dolorosa.
Una hora y pico después, la lluvia hacía su impertinente acto de presencia y ya se vieron los primeros paraguas en la gente que transitaba por las calles y la plazoleta; haciéndonos ponernos en el peor presagio. La duda fue despejada de inmediato. Los pasos se habían refugiado en la parroquia de Los Dolores, sin solución alguna de continuidad. Poco después regresaban los penitentes de ambas imágenes, así como los propios costaleros. La desolación estaba marcada en sus rostros. De nuevo la lluvia se había cebado con esta hermandad, como ocurriera con la del día anterior. El tiempo nada tiene que ver con nuestros deseos. Es lamentable esperar y trabajar durante todo un año, con la ilusión puesta en un día, y cuando llega éste, la climatología se encarga de chafar todas las ilusiones. La conclusión es que otro año será. Esperemos que así sea. Y demos por bien venido el tiempo que ha dejado gozar a quienes nos aprestamos para disfrutar más de estas catequesis que tanto gustan en nuestro hermoso país.