Gran Domingo de Ramos con un nuevo protagonista, San Juan La procesión de la “Mulita”, un año más, espectacular

15.04.2014 10:29

La tarde del domingo se presentó, climatológicamente, espléndida. El sol, como astro rey, quiso acompañar al Rey de Reyes, con toda la fuerza que le es posible, con toda la luz que puede proyectar, para ser la estrella más radiante del firmamento, rindiendo honor al Hijo de Dios.

La otra protagonista lo fueron las miles de personas que no quisieron perderse la Hermandad que ha sido faro y guía del mundo cofrade isleño durante más de sesenta años. La Gran Vía, en torno a la puerta de la Iglesia de Los Dolores, estaba materialmente abarrotada.

 

A las 5 de la tarde, las puertas del templo se abrieron para que por ellas fuera saliendo a la calle la Cruz de Guía, el Estandarte y la Bandera, arropadas por las ya largas filas de penitentes o nazarenos, vestidos con sus túnicas blancas, sus capas, sus capiruchos y fajín rojo y sus guantes blancos. No se hizo esperar mucho el paso del Señor, que saliendo de su casa o sede donde se le venera, aparecía sobre su borriquilla, bendiciendo con su mano alzada a la multitud que afuera le aguardaba. La palmera iba echando firmas verdes con las hojas de sus palmas, sobre el azul del cielo. El paso tenía este año un protagonista más. Acierto pleno al sorprendernos a todos la figura del discípulo amado del Señor, Juan, que también llevaba en su mano una palmera blanca; y nos recordaba que el pasaje que narra el Evangelio, tenía su lógica aplastante, aunque no fuera mentada, y era la presencia del discípulo, que tantas veces estuviera al lado del Salvador del mundo; como la estuvo junto a la cruz. A él también le protegía la sombra de la gran palmera. Al lado, la mujer que de rodillas va echando su manto al paso de Jesús. La otra figura, es el pequeño borriquillo que no se aleja de su madre.

Preciosa composición gloriosa del Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén. Los sones de la banda de música tocaron el himno nacional y de fondo el alegre repicar de campanas, se mezclaban con todas las palmas, muchas palmas salidas de las manos de cuantos pudimos disfrutar de este momento.

Tras el Señor, la hermosura de la Virgen, ponía más luz al arco blanco de la Iglesia. Todas las flores blancas, embellecían más aún, si era posible, a esta Reina de los Ángeles. El estreno de su manto, ponía un novedoso adorno al empaque de esta Virgen joven, de tez ligeramente morena, que posee los ojos más bellos que se puedan contemplar. El himno nacional, y las campanas, nuevamente, volvían a mezclarse con el sonido de las palmas.

Después, por todo el recorrido, una inmensa comitiva lo arropaba sin cesar.

Tarde única para disfrutar del sabor del comienzo de nuestra Semana Santa en Isla Cristina.

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