El obispo de Huelva, don José Vilaplana, reinauguró la iglesia de los Dolores tras la reforma
Después de casi medio año de obras de reformas y restauración en la céntrica iglesia de los Dolores, ayer se reinauguraba con una misa presidida por el Obispo de Huelva, Excelentísimo y Revenderísimo Señor José Vilaplana, y concelebrada por el Arcipreste de la zona y co-párroco de Punta Umbría, José Manuel Pérez. No faltó tampoco el anterior párroco del templo, ya jubilado, Manuel Gómez, que asistió junto al actual Carlos Javier Rodríguez y Juan Manuel Lagares, éste último párroco de la iglesia del Gran Poder.
La cita que comenzó a las 20.30 horas y reunió a todos los representantes de las diferentes hermandades y asociaciones religiosas de la localidad, además grupos parroquiales y de la Corporación Municipal, presidida por la alcaldesa María Luisa Faneca y Francisco Zamudio, junto a una representación de la Policía Local y Guardia Civil. Vecinos y un gran número de feligreses, trabajadores y voluntariado que durante estos meses han trabajado en las distintas tareas de restauración y limpieza y que fueron nombrados por Carlos Javier en una enorme lista que tenía preparada “para que no me falte nadie”, añadía antes del oficio, resaltando la ayuda del Ayuntamiento con la aportación de pintores municipales y el arreglo casi en su totalidad de la capilla del Carmen.
Don José Vilaplana bendijo toda la iglesia y como acto significativo realizó la consagración de un nuevo altar, “no todas las generaciones tienen la oportunidad de asistir a una consagración. En tiempos de Jesús los altares se montaban en piedras en el centro donde se hacían reuniones representando y significando la solidaridad entre las personas”, dijo además de felicitar a toda la feligresía por el nuevo aspecto del templo.
Durante la celebración participó también el coro parroquial, interpretando temas religiosos y alegres que fueron acompañados en algunos momentos por todo el público.
La iglesia se quedó pequeña, ya que fueron muchos los ciudadanos que no quisieron perderse este acto histórico, pues los Dolores nunca se ha cerrado al culto salvo en esta ocasión, siendo además la primera gran obra que sufre desde su apertura a mediados de los años 50. Una obra necesaria por la precariedad de su estado estructural que, aunque nunca llegó a declararse en peligro de ruinas, sí presentaba un aspecto peligroso en algunas zonas, especialmente en el techo.
Entre las reformas que se han realizado en estos meses destaca la reposición de 2.400 azulejos, el suelo del templo en mármol de Macael, impermeabilización de las azoteas laterales y limpieza de los desagües, que provocaban las filtraciones del techo de tejas; sellado y afianzamiento de todas las vidrieras, reconstrucción de molduras de escayola y un largo etc, incluyendo la restauración en dorado del retablo mayor. Una obra que ha costado alrededor de 200.000 euros, “y cuando estemos más aliviados con el préstamo que hemos pedido comenzaremos con la segunda fase, que es la torre y el campanario”, dijo Carlos Javier.